Hacia una economía próspera y diversificada
Según la Organización Mundial del Comercio (OMC, WTO por sus siglas en inglés), la diversificación de la economía puede definirse como la transición hacia una estructura más variada de la producción y el comercio internos con miras a incrementar la productividad, crear puestos de trabajo y sentar las bases para un crecimiento sostenido que mitigue la pobreza.
Más allá de definiciones, la prosperidad de cualquier sociedad depende de la posibilidad sostenida en el tiempo de generar ingresos y contribuir a la riqueza colectiva por parte de una proporción lo más elevada posible de sus ciudadanos en edad de trabajar.
En la mayoría de países, sin embargo, se han vuelto endémicas las altas tasas de paro, los trabajos precarios y las dependencias insanas tanto de un reducido número de sectores productivos o económicos, como de un selecto grupo de compañías, conformando monopolios, con suerte oligopolios, que han demostrado, hasta la fecha, su incapacidad para estimular un cambio trascendental hacia la ansiada prosperidad y diversificación económica.
Para AHIC, es fundamental ayudar a las organizaciones, en este caso, a las agencias de gobierno, así como al tejido emprendedor y empresarial, a realizar una lectura honesta y acertada de la realidad y del espíritu de la época que vive toda la humanidad.
Existen muchos puntos de vista y muchas lecturas posibles. No obstante, parece evidente que el mundo ha cambiado y que, en una época de oportunidades y de amenazas globales, no podemos seguir respondiendo con las mismas medidas y herramientas con las que el mundo se enfrentaba antaño.
Si vivimos en una aldea global, si el planeta y el clima no entienden de fronteras, difícilmente lograremos prosperidad, salvo que contribuyamos al bien común y, en particular, a los objetivos de desarrollo sostenible bendecidos por casi la totalidad de la humanidad y de sus naciones actuales.
Pero hay señales muy positivas, como vemos en los ya mencionados ODS de las Naciones Unidas, o en las agencias internacionales creadas hace décadas por los gobiernos de todo el mundo. Lo que la humanidad necesita es que sus tres actores principales (individuos, comunidades e instituciones) sean agentes activos de cambio, cada uno desde su propio rol esencial.
Uno de los sectores críticos es el energético. Usemos la energía como ejemplo: la diversificación económica y la prosperidad no llegarán si gestionamos las energías renovables emergentes como se ha gestionado el petróleo: mediante grandes corporaciones públicas o privadas. Diversificar significa, también, generar energía de forma distribuida, repartida. Esta es una forma más resiliente, como se constató ante desastres naturales como los sufridos en Puerto Rico en 2017, y que permite activar el verdadero pulmón productivo de un país: los pequeños emprendedores viviendo y trabajando en comunidades locales.
Para AHIC, una de las regiones del planeta con más potencial para contribuir a la prosperidad y la diversificación económica global es África, donde existen millones de personas con enorme talento, y sus riquezas y recursos naturales son sólo un reflejo del potencial real del continente: sus personas, sus comunidades y, por qué no, sus instituciones.
Podría parecer contradictorio que África sea motor de un cambio global, por tratarse del continente donde existe un menor desarrollo, si este es medido en términos y con criterios convencionales actualmente en uso. Pero para AHIC, una de las grandes ventajas de África es que no tiene que desandar los caminos hollados por otras regiones y que han resultado fallidos.
Lo que necesita África, y el resto del mundo, para liberar ese inmenso potencial es una visión adecuada, en otras palabras, como decíamos, una lectura adecuada de la realidad actual, con visión aguda, con discernimiento que se eleve más allá del murmullo de cifras y estadísticas macroeconómicas.
Cuando está todo por hacer, podemos hacer dos cosas: copiar modelos existentes, que nos llevarán a las situaciones existentes, léase copiar las sociedades materialmente dominantes, pero que viven crisis existenciales con tintes ya dramáticos, y dudamos que sea lo que desea la gente de África; o bien, hacer las cosas de forma distinta, explorando nuevos caminos sin miedo a equivocarse o sin miedo a no estar preparados.
Si los gobiernos de África, liderando con su ejemplo al resto del mundo, deciden explorar otros caminos, desde AHIC estaremos felices de sumarnos y acompañar ese sendero, ayudando a convertir las crisis en oportunidades y logros.
Por ejemplo, la economía circular y los ecosistemas de emprendimiento sostenible, sobre los que nuestros consultores han acumulado enorme experiencia, juegan un papel vital para generar prosperidad para todos, un pleno empleo que consideramos perfectamente realizable, y en equilibrio con el planeta. ¿Qué mayor diversificación económica se puede lograr que la que se alcanza movilizando a la población con motivaciones profundas en aras del bien común, desplegando todas aquellas actividades esenciales para la sociedad, en todos los rincones de un territorio?
Arquímedes dijo: «Dadme un punto de apoyo, y moveré el mundo». Desde AHIC confiamos que algún gobierno de África, por pequeño que pueda parecer a los ojos de otras naciones, dé el primer paso para contribuir en este sentido al mejoramiento del mundo. Y pedimos a ese gobierno que nos permita ayudarle, con un punto de apoyo, a mover el mundo hacia una ansiada prosperidad para todos.